El recién ordenado padre Amaro llega al pueblo Los Reyes para iniciar su primer puesto el de ayudante al párroco padre Benito. Al llegar conoce a una chica guapa y pía Amelia la que trabaja en el restaurante de su madre y trabaja con los niños en la iglesia. Con tiempo—con muy poco tiempo—se dan cuenta de una atracción mutua. A pesar de la piedad de ella (y su novio escéptico) y a pesar del voto de castidad de él se ligan sigilosamente en una relación amorosa.
Al principio el padre Amaro se nos presenta como un sacerdote sincero, bondadoso, y generoso de tal modo que parece imposible aceptar que se rinda tan rápido a la tentación de meterse con Amelia sin concluir a la vez que lleva un aspecto completamente insincero y tiene el carácter podrido hasta el fondo.
El párroco padre Benito es un hombre simpático pero se ha guardado una amante desde hace muchos años. La amante por casualidad es la madre de Amelia (la cuestión de quién sea el padre de Amelia está dejada sin contestar). Peor aun el párroco está vinculado con un narcotraficante, un tal Chato Aguilar, él que contribuye cantidades de dinero al proyecto del padre Benito de construir un hospital.
El arzobispo que mandó al padre Amaro a la parroquia es un hombre lujoso y dado a la política y la intriga.
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