viernes, 25 de septiembre de 2009

Reportaje *Lobo Mexicano*

Actualmente, el lobo mexicano habita territorios cada vez más montañosos e inaccesibles al hombre por lo cual es difícil determinar el número de individuos que subsisten. Como siempre, al quedar pocos ejemplares, crece la polémica sobre la conservación del lobo mexicano, el cual, a pesar de su temible fama, cumple con un importante papel de control de las poblaciones de grandes mamíferos y otras especies.

Pocos animales han suscitado en el hombre una diversidad tan grande de sentimientos como el lobo, desde la admiración y reverencia de los pueblos primitivos hasta el temor y el odio más arraigados. Perseguido tenazmente, exterminado de amplias zonas que en otras épocas fueron sus dominios, el lobo apenas sobrevive.

Para los ganaderos y, en general, para quienes habitan regiones apartadas, el lobo representa un peligro para el ganado y las personas, pero como ya se mencionó, las escasas manadas de lobos se han visto cercadas por hambre al restringirse sus antiguos territorios de caza.

El lobo mexicano es un mamífero terrestre que pertenece a la familia de los cánidos. Su nombre científico es Canis lupus bailey; la especie presenta una longitud de 1.50 m de la trompa a la cola; una altura entre 70 a 95 cm y un peso de 30 a 70 kg. Su aspecto es muy semejante al de un perro o un coyote. Tiene la cabeza grande, orejas cortas y erectas, mandíbulas fuertes, colmillos bien desarrollados, ojos pequeños, extremidades largas y delgadas como corresponde a un animal que persigue a sus presas; tiene cuatro dedos en las patas traseras y cinco en las delanteras.

Esta especie se distribuyó desde el sureste de Arizona hasta Nuevo México en los EE.UU.; en el territorio mexicano, existen poblaciones de lobos en Sonora, Tamaulipas, Michoacán, Durango, en Veracruz, en la región del Pico de Orizaba, en la Sierra Norte de Oaxaca y en el estado de México, en el Nevado de Toluca. Esta especie habitaba en pastizales, cerca de arroyos, bosques, en algunas zonas desérticas y montañosas, dependiendo de la cantidad de alimento que existiera. En su período de reproducción, sólo los individuos dominantes pueden llevar a cabo el apareamiento, situación que ocurre en el invierno para que nazcan de 2 a 8 crías por camada en la primavera siguiente. Las crías, llamadas lobeznos requieren grandes cuidados de sus padres ya que nacen ciegos e indefensos.

Las poblaciones de lobos que habitaban en México comenzaron a diezmarse con la llegada de los conquistadores españoles y, posteriormente, con la introducción la ganadería y la agricultura por partes de grupos de colonos, a partir de cuya presencia comenzó la disminución de las manadas de lobos. Los colonizadores abarcaron grandes extensiones territoriales provocando la huida o desaparición de las posibles presas de los lobos, por lo que éstos últimos atacaban a sus animales domésticos, lo cual provocó campañas para exterminar a los lobos.

Tan eficaces fueron estas matanzas y persecuciones, que en 1975, el lobo mexicano fue incluido dentro del acta de las especies en peligro de extinción, obligando a hacer todos los esfuerzos posibles para recuperar la especie. Por ello, en 1977, se establece un acuerdo entre el gobierno de México y el de los Estados Unidos de Norte América para iniciar una evaluación en las montañas del norte de México y determinar la situación del lobo.

Desde entonces, algunas de las instituciones que han realizado proyectos para la conservación del lobo mexicano son: NATURALIA, “CAMPAÑA DE RESCATE DEL LOBO MEXICANO”; SEMARNAT, quien promovió el comité técnico consultivo para recuperación del lobo gris mexicano, CONABIO, que actualmente apoya el proyecto de los mamíferos de Durango y México dirigido por el MC. Jorge Servid.

Es importante cuidar las especies que aun existen ya que la desaparición de cualquiera de ellas supone el final de una compleja cadena de interacciones entre innumerables seres. El lobo, aparte de ser una animal con su propia y peculiar belleza, tiene como todas las especies una función en la naturaleza. Su proceso de extinción inició por falta de información de cómo son y por qué se comportan de tal o cual forma.

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